Revista VERDEMENTE-La Guia Alternativa de Madrid

martes, 30 de mayo de 2017

¡Canta, Niño Interior, Canta!

Cuando se canta con el corazón, el  niño  interior  se  libera.  Se  abre  la puerta donde el niño ha estado encerrado  y  emerge  a  presión  con  todos sus sentimientos ocultos. El niño sale al mundo exterior a través de la voz.
La voz hablada es muy limitada si la comparamos con la cantada. El registro vocal, la longitud de emisión, los matices  y  las  dinámicas  son  mucho más amplias cantando que hablando. Y la magia de la música siempre ayuda a revelar los sentimientos.
Cuando  mis  alumnos  cantan  con esa capacidad de ENTREGA, sus ojos se iluminan. Esos brillos de la vidriera celestial  me  anuncian  que  el  niño  se ha liberado. Mirarles y que me miren en ese momento es como inundar la Vida de luz, es lo más puro que puede haber.  La  textura  de  la  voz  se  transforma,  suena  muy  puro...y  a  veces muy  vulnerable.  El  niño  empieza  a decir sus cositas con la sonoridad de la  voz.  Al  principio  no  suele  gustar  a los  alumnos  esa  sonoridad  tan  “infantil” porque  todos  los  alumnos  de alguna  forma  buscan  potencia,  sobrevaloran el volumen y no soportan la vulnerabilidad. Muchos se frustran y se avergüenzan de la primera “visita  del  niño”  en  su  voz.  Pero  poco  a poco van entendiendo, que sin niño, no hay adulto pleno.

Se me saltan las lágrimas viendo a los  alumnos  abrazando  al  niño  manifestado  en  su  voz.  Aun  con  miedo y  extrañeza,  están  siendo  absolutamente  sinceros  e  íntegros  consigo mismos,  con  toda  su  historia  y  su sentir  atemporal.  Especialmente  me emociona viendo a los que se ve que han tenido vivencias personales muy duras  y  aun  así  luchan  por  liberar  a ese niño candado. Dan todo en cada nota  que  cantan,  en  cada  sílaba  que pronuncian,  como  si  les  diera  igual morir   mañana.   Realmente   es   algo sagrado. Como guía de desarrollo vocal,  poder  presenciar  esos  momentos, es lo más valioso. Abrirse  es  arriesgarse. 
 El  niño  no solo  nos  cuenta  las  emociones  de liberación.  El  niño  ha  acumulado  los sentimientos  indigestos.  El  alumno revive muchas cosas al conectar con el niño, cosas muy tristes, mucho miedo y confusión. Solo intelectualmente  sabe  que  no  es  “algo”  de  ahora porque  no  hay  motivo  ninguno  para sentirse así. Algunos tratan de omitir estos  mensajes  del  niño  porque  la voz se ve afectada y no pueden cantar bien. Bueno, es lo que dicen. Pero en  realidad,  lo  que  sucede  es  que muy  difícil  revivir  cosas  que  transmite  el  niño.  Yo  les  ayudo  a  que  no oculten al niño que por fin se atrevió a  expresarse.  Los  alumnos  también sienten cosas a través de mí. El niño entra  en  proyección  conmigo.  Esto se  debe  a  que  la  voz  funciona  como un hilo que teje los vínculos personales.  No  sólo  ayuda  a  exteriorizar  los sentimientos, sino que también hace aflorar los problemas relacionales.
Por ejemplo, cantan fuerte porque tienen  la  sensación  de  que,  si  no,  yo no les oigo (suele ocurrir en alumnos con  muchos  hermanos).  O  al  revés, cantan muy flojito para no molestarme  (su  madre  siempre  les  mandaba callar).   Otro   ejemplo   muy   común: aunque les felicite por lo que acaban de  hacer,  creen  que  en  el  fondo  no estoy  satisfecha  y  se  sienten  culpables  por  no  saber  hacerlo  mejor.  O curiosamente  se  les  taponan  los  oídos  justo  cuando  les  elogio.  O  me oyen, pero como si yo les hablara en chino  quedándose  con  una  expresión en la cara como de ausentes. En todos  estos  casos,  lo  que  está  claro es que, a esos niños, les es imposible pensar  que,  al  entregar  su  corazón, la mamá se alegre. 
Esto   es   dolorosísimo.   Al   darse cuenta  de  ello,  la  voz  se  quebranta. Muchos rompen a llorar y no pueden seguir   cantando.   Siento   su   dolor, pero  me  mantengo  viviéndolo  junto an  ellos,  porque  llorar  también  es una  expresión  vocal.  Sólo  que  cuando  el  niño  viene  muy  estresado,  al liberarse  se  desborda  y  eso  no  cabe en la estructura musical.
Cuando cesa el llanto liberador del niño,  les  animo  a  los  alumnos  a  que sigan  cantando  con  la  voz  que  aún les quede. De la manera que puedan y  les  apetezca.  Porque  el  niño  tiene derecho a seguir expresándose, aunque  técnicamente  les  “salga”  muy mal.  Y  creo  que  cantar  es  la  mejor forma de ayudar al niño a integrar lo que está viviendo. 
Antes, una clase de canto era eso, una  clase.  Pero  teniendo  en  cuenta la  cantidad  de  energía  psicosomática que mueve la voz, merece la pena profundizar  y  acoger  esa  cualidad  y avanzar  desde  la  raíz.  Cantar  es  una excelente manera de conectar con el niño interior,  liberarle  hacia afuera  y reparar  sus  vínculos  afectivos,  si  se desea. Aunque el objetivo del “Guía de De-arrollo Vocal” siga siendo enseñar a cantar bien...Como dijo mi sobrino a los 17 años: “si se profundizara, todas las  asignaturas  deberían  de  llegar  a ser una única, que es la filosofía, pero no la de libro, sino la de la Vida”. Así que,  profundizándolo  bien,  enseñar a cantar no solo significa entonar, ni medir el ritmo. 
Que  el  niño  vuele  sin  ataduras,  sin conflictos,   jugando   y   divirtiéndose con la voz
Makiko Kitago
©VerdeMente, 212

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